Giorgio Marino Andrade / Socio fundador y Director ejecutivo en Soytrabajador.cl.
Es importante, en este contexto de pandemia, que los trabajadores sepan que desde que en 2001 se eliminó la referencia a la “falta de adecuación laboral o técnica del trabajador”, la causal de término de contrato de trabajo denominada “necesidades de la empresa” comenzó a ser, dentro de las múltiples causales existentes, la razón que más se usa para despedir en Chile. Según el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, cada año –en contexto de normalidad– los empleadores basan en ella más de 82% de los despidos.
Que la usen tanto no significa, sin embargo, que esté siempre ajustada a la ley. En verdad, se ha transformado en un comodín, un argumento que en 80% de las veces se desarma por completo cuando se llega a los tribunales.
En Chile rige lo que se llama el “principio de permanencia o continuidad en el trabajo”, algo muy distinto a un “hago lo que quiero en mi negocio”, y para hacer correctamente las cosas, los empleadores que invocan esa causal deben acreditar que el despido se produjo por “las derivadas de la racionalización o modernización (…), bajas en la productividad, cambios en las condiciones del mercado o de la economía que hagan necesaria la separación de uno o más trabajadores”.
“Necesidades de la empresa” no es la sola voluntad unilateral, discrecional ni subjetiva del empleador, porque el despido debe fundarse en hechos objetivos que hagan inevitable el despido; no es solo una mención breve y general sobre una supuesta merma en las ventas, sino que el empleador debe acreditar, mediante estados financieros, que está obligado a despedir; no es una oportunidad para renovar trabajadores o disponer de un cupo para personal de confianza; no es alguna otra razón no escrita y argumentada en la carta de despido.
Si no es fácil para una empresa acreditar que el despido se produjo por algo así, ¿por qué, entonces, ocupan tanto este argumento? Uno, porque es el más barato: cualquier equivocación en la causal implica un recargo de 30% respecto a la indemnización por años de servicio, una especie de pequeña compensación en comparación con aplicar mal otras causales, como acusar al trabajador de algo que no se podría probar ante un juez (lo que se castiga con 80% o incluso 100% de recargo).
Hay un universo de personas que han sido despedidas injustamente bajo el comodín de las “necesidades de la empresa”, pero son tan pocos quienes recurren a los tribunales, que muchos empleadores hasta tienen la demanda como parte del costo de despedir a alguien. Saben que en la mayoría de los casos los jueces no resuelven a su favor: entre fallos y avenimientos, la frase del juez “el empleador no logra acreditar la causal señalada en la carta de despido” está presente en más de 70% de las demandas por este tema.
Hay que educar a las personas para que, enfrentados ante cualquier duda en este tipo de situaciones, se asesoren para luego dejar estampada en el finiquito una “reserva de derechos”. Sin esta, el trabajador pierde en el acto toda posibilidad de ir a los tribunales.
Aún no tenemos claridad de qué discusiones sobre derechos laborales vendrán a propósito de lo que los trabajadores han vivido en este tiempo. Lo que sí sabemos es que los jueces sabrán ponderar. En la última década se ha asentado en la magistratura chilena la certeza de que la relación entre el trabajador y su empleador es desigual, y que la justicia laboral está para reducirla.
Por eso, enfrentados hoy a la pandemia más grande de los recientes 100 años, parece un mal chiste que las empresas olviden al menos esta constatación. Se ha detectado incluso que empresas acogidas a la Ley de Protección del Empleo siguen despidiendo por la mentada causal, aun cuando desde el 1 de junio de 2020 les está prohibido por ley. Se sabe además que muchísimos empleadores que presionan por “muto acuerdo entre las partes” –que no son reclamables ante tribunales–, con indemnizaciones disminuidas, amenazan con no pagar nada, y dejan al trabajador entre la espada y la pared.
El tema también se vuelve relevante para la discusión ciudadana de hoy. Debemos debatir sobre la mala fe y hasta qué punto ella puede ser abordada con más severidad en todos los niveles, y entre ellos cómo proteger más al trabajador frente al abuso, abriendo sin miedo la discusión acerca de la relación del trabajo con el capital.
Mientras, ante la duda de ser víctima de un despido que no se justifica, solo es posible llamar a no firmar nada sin antes evaluar rápidamente si hay necesidad de judicializar.
Fecha: 04-03-2023
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